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Colores, un invento del lenguaje

A veces las cosas que nos parecen más nimias y triviales pueden esconder verdaderos rompecabezas si las analizamos en profundidad. Eso es lo que ocurre si intentamos comprender qué son los colores.

Al hablar de color podemos referirnos simplemente a esa cualidad natural que posee cada uno de los cuerpos que nos rodean y que percibimos gracias a nuesto sentido de la vista. Pero, si intentamos explicar como se forman y diferencian unos de otros, la concepción de color se vuelve más compleja. Por ejemplo, ¿Has intentando alguna vez explicar en que se diferencia el azul del rojo? Cualquier persona dará una explicación escasa y basada en ejemplos.

Vamos pues, a explicar cómo se forman los colores y cómo somos capaces de diferenciar los unos de los otros.

En primer lugar, es importante entender que los colores son fruto de una disposición de causalidades de la naturaleza. Y que, si faltara una sóla de esas causalidades, el concepto de color tal y como lo conocemos no existiría.



La primera de esas causalidades es producto del electromagnetismo. Cuando hablamos de electromagnetismo a muchos les vendrá a la cabeza los conceptos de energía magnética (imanes, polo norte y polo sur, atracción y repulsión,...) y de energía eléctrica (corriente eléctrica, circuitos, baterías, electrodomésticos,...). Pero por lo general se pasa por alto algo muy importante: la energía eléctrica/magnética que viaja de un lugar a otro no es más que un conjunto de partículas minúsculas que cambian de lugar. Sí, cada una de estas partículas se llama fotón. Así pues, los fotones son los responsables de cualquier efecto conocido producido por el electromagnetismo; incluyendo los rayos gamma, los rayos X, la luz, las microondas, las ondas de radio, el efecto atracción-repulsión,...

Otro dato que casi todos pasan por alto es que vivimos en un entorno colmado por campos electromagnéticos. Incluyendo, desde el campo electromagnético creado por los electrodomésticos que nos rodean, hasta los campos que emanan de la Tierra, del Sol o de cualquier astro cercano. Por tanto, vivimos rodeados de fotones en movimiento.

Pero no todos los fotones nos son de interés para comprender cómo se forman los colores. Debemos distinguir unos fotones de otros, y lo que los diferencia es la manera en que se desplazan. Estas partículas, cuando viajan de un lugar a otro lo hacen en forma de onda, tal y como se muestra en la imagen de la derecha; donde también se aprecian parámetros como la longitud de onda o la amplitud. En unas ocasiones la longitud de onda será más espaciada y en otras será más seguida; en unas ocasiones la amplitud será mayor y en otras será menor,... Lo único invariable es la velocidad (300.000km/s) y la partícula en sí.
Veamos que tiene que ver todo esto con el colorido que nos rodea. Cuando un fotón incide sobre un cuerpo pueden ocurrir 3 cosas diferentes:
  • Que el fotón se pare en el cuerpo.
  • Que el fotón traspase el cuerpo (modificando o no sus propiedades como onda).
  • Que el fotón "rebote" en el cuerpo (modificando o no sus propiedades como onda).
Este comportamiento depende de las propiedades del cuerpo. Como consecuencia, podemos decir que el color de un cuerpo depende de sus propiedades físicas; y podremos saber el color del mismo analizando los fotones que provienen de él.



La segunda causalidad importante que acontece para formar los colores forma parte de nosotros. Me refiero a los órganos de la vista. Cuando los fotones profundizan sobre la retina llegan a las células receptoras del color. Estas son de 2 tipos: bastones y conos.

Las células bastones, gracias a una proteína llamada rodopsina, tienen la propiedad de producir una reacción química cuando fotones con una longitud de onda cercana a 500nm inciden sobre ellas. El ser humano tiene alrededor de 110 millones de estas células.

Las células conos, gracias a 3 tipos de moléculas llamadas eritropsinas, cloropsinas y cianopsinas, tienen la propiedad de producir una reacción química cuando fotones con unas longitud de onda concretas inciden sobre ellas. La eritropsina es sensible a longitudes de onda de alrededor de 750 nm, la cloropsina es sensible a longitudes de onda cercanas a 530 nm y la cianopsina es sensible a longitudes de onda de unos 400 nm. El ser humano tiene cerca de 6,5 millones de estas células, las cuales se dividen en 3 tipos según las opsinas que contienen (ya que cada cono sólo puede contener un tipo de estas moléculas).

La conclusión que podemos sacar de esta parte es que el ser humano sólo podrá ver aquellos cuerpos que desprendan o reflejen fotones con longitudes de onda entre 400nm y 750nm aproximadamente (espectro visible). Valores que en otros seres vivos pueden verse incrementados (por ejemplo en las libélulas, que tienen 6 tipos de conos) o reducidos (por ejemplo en los perros, con menor cantidad de conos).



La tercera causalidad crucial que aporta la naturaleza par la definición de los colores está en nuestro sistema nervioso. Incluyendo desde el nervio óptico hasta nuestro cerebro, encargado de formar el concepto de color tal y como lo conocemos.

Las reacciones químicas producidas por la incidencia de los fotones en el ojo son traducidas en señales nerviosas que llegan al cerebro a través del nervio óptico. Una vez allí, el cerebro trata e interpreta esas señales, formando colores, construyendo distancias, percibiendo movimientos y formas,... Y todo a partir de la estimulación de los tres tipos de conos y de los bastones.

El cerebro se encarga de traducir las señales de la siguiente forma:
  • Las señales recibidas de los bastones indican la cantidad de oscuridad. Una señal más intensa significará mayor oscuridad. Esto permiten distinguir el brillo de cualquier imagen.
  • Las señales recibidas de los conos con eritropsina indican la cantidad de rojo. Una señal más intensa significará mayor cantidad de rojo.
  • Las señales recibidas de los conos con cloropsina indican la cantidad de verde. Una señal más intensa significará mayor cantidad de verde.
  • Las señales recibidas de los conos con cianopsina indican la cantidad de azul. Una señal más intensa significará mayor cantidad de azul.
El resto de colores se forman en nuestro cerebro combinando la cantidad de cada uno de estos 3 con su brillo dado por los bastones. Por ejemplo, de combinar rojo y verde obtenemos amarillo; de combinar todos (rojo, verde y azul) obtenemos blanco. Además, la ausencia de señales (producida por la no recepción de fotones) el cerebro se encarga de traducirla como color negro.


Con lo explicado hasta aquí ya podemos comprender que la concepción de "color azul" o "color rojo" son sólo conceptos creados por y para los seres humanos. Los colores son simples nombres dados a sensaciones naturales cuyo fin es diferencias los cuerpos con mayor precisión. Y, además, para quienes tienen una fisionomía diferente a nosotros, el concepto de color también será distinto. Por ejemplo, el ser humano es incapaz de ver (sin ayuda) los rayos X, las microondas,... pero no es así en algunas especies animales conocidas.

Podemos también decir que los colores no son propiedades propias de los cuerpos o materiales, sino que hablamos de una sensación optica producida al incidir fotones sobre sus superficies. Aunque sí hay algunas excepciones de materiales capaces de irradiar fotones visibles por el ojo humano por sí sólos. Es así el comportamiento, por ejemplo, de los materiales denominados fosforescentes y fluorescentes. Algunos materiales como el fluor o el fósforo en ciertas condiciones emiten fotones cuya longitud de onda activa nuestros conos, percibiendo color incluso en la más pura oscuridad.


Salu2,
elSant0

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

ESO SON TODOS LOS COLORES?????????????

elSant0 dijo...

Anónimo(21/12/11)@ Sí, todos los colores se conciben así.

Salu2

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